Hoy al mediodía, 83 elementos patrimoniales de Mallorca se han encendido por los derechos humanos en el marco de la convocatoria hecha por el Consell de Mallorca, a través de la Dirección Insular de Patrimoni; Amnistía Internacional; el Fondo Mallorquín de Solidaridad y el IES Marratxí. Además, este año se han sumado a la iniciativa municipios de toda Baleares, Cataluña, Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía, Marruecos, Líbano y Túnez. La presidenta del Consell, Catalina Cladera, y la vicepresidenta primera y consejera de Cultura, Patrimonio y Política Lingüística, Bel Busquets, han asistido al encendido del castillo de Bellver, junto con la directora insular de Patrimonio, Kika Coll; Carlos Martín, presidente de Amnistía Internacional en Baleares; Catalina Socies, gerente del Fondo Mallorquín de Solidaridad y Marcos Augusto, director general de Difusión y Promoción Cultural del Ajuntament de Palma.
El inicio ha tenido lugar en sa Dragonera, que ha pasado el testimonio a los diferentes puntos de Mallorca, pasando por cala Figuera de Calvià y hacia Derrocado hasta llegar al Castillo de Bellver, último punto del recorrido del encendido de torres, atalayas y talayots del Mediterráneo por los derechos humanos.
Antes del encendido de las señales de humo se ha leído el manifiesto, que este año ha corrido a cargo de Amnistía Internacional y se han sumado 83 entidades. El texto comienza con el deseo de «dar voz y luz a todas aquellas personas que ponen en riesgo su vida huyendo de la desesperación, la violencia y la injusticia».
Asimismo, el manifiesto recuerda las historias vividas por las personas que durante 2022 se han visto obligadas a cruzar el Mediterráneo en condiciones precarias y peligrosas, que muchas veces terminan en muerte. Sin embargo, el texto hace un llamamiento a la esperanza, ya que «pese a todos los obstáculos que se interpongan en el camino, por muy oscuro que este sea, la luz de la llama debe permanecer reluciente, encendida, como símbolo de esperanza para toda la humanidad».
Amnistía Internacional cita a su fundador, Peter Benenson, diciendo que «esta llama que simboliza la esperanza, debemos mantenerla siempre encendida, por todos aquellos que fueron y son torturados, ejecutados extrajudicialmente o desaparecidos. Por aquellos que sufren anónimo y mueren llevándose con ellos su dolor. Por aquellos que se han convertido en testimonios mudos y sin nombre de la injusticia y el dolor. Esa llama que nos mantiene en pie con la fuerza para luchar para que estas violaciones de los derechos humanos lleguen a su fin en todo el mundo». El manifiesto concluye que «depende de todos nosotros que permanezca encendida, así que luchemos para que así sea para siempre».