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La casa posible de Can Balaguer

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El edificio que hoy conocemos como Can Balaguer ocupa la mitad de una propiedad que perteneció desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX a la familia Gual-Sanglada y sus herederos. En forma de L, limitaba al oeste con la calle Sant Jaume y al sur con la actual calle Unió, creada a raíz de la desviación del curso de la Riera, en el siglo XVII. Siguiendo la tradición de las cases majors de Palma, sabemos que en 1699 se inició la construcción del actual edificio, comisionado por Mateu Gual-Sanglada Truiols, noble y corsario. Dentro de la misma propiedad pervivían las casas de origen medieval, con entrada desde la calle Sant Jaume.

A finales del siglo XIX, los herederos de la familia Gual-Sanglada vendieron el edificio iniciado en 1699 a los Blanes, una conocida familia burguesa, pero mantuvieron la propiedad de las edificaciones de la calle Sant Jaume. A partir de esta compra, el inmueble pasó a ser una casa con una distribución burguesa. El músico Josep Balaguer adquirió el edificio barroco a esta familia en 1927. Finalmente, a su muerte, y cumpliendo su voluntad, sus hermanas donaron el edificio a la ciudad con la condición de que albergase el Círculo de Bellas Artes.

El patio

El nuevo edificio barroco, finalizado en el siglo XVIII, se estructuró alrededor de un gran patio. En torno a este eje, en la planta noble, se sucedían las cuatro salas, cuadras o estrados que constituían la parte pública de la casa, tan solo accesible en las grandes recepciones y con una función claramente simbólica: mostrar la posición de riqueza y poder de sus propietarios. Esta estructura es típica de las casas señoriales de Palma, y en muchos casos se ha mantenido hasta nuestros días. La planta noble de Can Balaguer se ha musealizado a través de la exposición permanente “La casa posible” que se puede ver actualmente.

Hoy el patio de Can Balaguer destaca por sus grandes dimensiones, recuperadas a partir de la rehabilitación integral del edificio finalizada en 2016. Ya en 2000 se hizo necesario abordar la restauración de las cubiertas del edificio y en 2009 el Ayuntamiento de Palma, después de recuperar la gestión del inmueble, encargó a los arquitectos Francesc Pizá, Se Duch, Eva Prats y Ricardo Flores la rehabilitación integral del edificio. Hacia finales del siglo XVIII se habían tapiado todos los arcos del patio perpendiculares a la calle Unió. La rehabilitación ha permitido reforzar las columnas para eliminar estos muros, de manera que la imagen actual da una idea de la grandiosidad del patio original en el proyecto encargado por Mateu Gual-Sanglada.

Can Balaguer
El patio

La musealización de Can Balaguer

La musealización de la planta noble de Can Balaguer se ha realizado a partir de la necesidad de restaurar, poner en valor y conservar parte el importante patrimonio mueble municipal, en el que encontramos la misma colección Balaguer, así como la procedente de Can Morell, hoy conocido como Casal Solleric, y el fondo originario del antiguo edificio del Ayuntamiento, conjuntamente con las adquisiciones del fondo pictórico de primer nivel que el Consistorio realizó a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El conjunto se ha completado con los depósitos de piezas procedentes de la colección Domènech-Vázquez, la familia Alomar, de Josep Balaguer Siquier y del Consell de Mallorca.

En la mayor parte de las salas se han recreado tipologías de espacios característicos de la parte pública de las casas señoriales de Palma: la sala de entrada, la cámara y la alcoba de representación, un comedor del siglo XIX y una sala de tertulias de inicios del siglo XX. Además, encontramos tres espacios que se refieren directamente a Josep Balaguer: la galería de pintura, la sala de Música y la sala Luis XV.

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Los espacios privados


La casa de muñecas de Can Morell

Antes de iniciar el recorrido por estas tipologías de espacios, accedemos a la planta noble a través de un pequeño vestíbulo en el que se ha instalado una gran casa de muñecas procedente de Can Morell de finales del siglo XIX. Aquí se pueden ver algunos de los espacios característicos de la parte pública de la casa, conjuntamente con otros típicos de la parte privada, como la cocina, la despensa, los dormitorios de los criados, o los lavabos.

Llama la atención la fidelidad con la que se reconstruyeron los espacios característicos de las casas señoriales, con los diferentes atamientos de las maderas del mobiliario, así como de los revestimientos de paredes y pavimentos, dependiendo de que se trate de espacios correspondientes a la parte pública o la parte privada de la casa, diferenciando igualmente las estancias utilizadas por los señores de las del servicio.

La sala de entrada

Durante la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XVI, la primera sala a la que se accedía desde la escalera de subida, hacía las veces de lugar de la vida en común de la familia y en ella también se comía. Incluía arcas y arquibancos de diferentes tamaños y con contenidos variados como telas, ropa de uso de la casa o alimentos, algunas mesas, bancos y escasas sillas, que van aumentando en número con el paso del tiempo. También podía haber un armario, exento o empotrado en la pared y una credencia para guardar los objetos del servicio de mesa.

A partir de la introducción de la estructura barroca, esta sala es la que distribuye el recorrido hacia las salas de aparato o hacia las estancias de uso privado de la familia. La sala de entrada que hemos configurado contiene mobiliario y pintura del fondo de Can Morell. Además, hay que destacar el mapa mural de Marc Cotto, procedente de Cort, uno de los tres grandes mapas murales de Mallorca del siglo XVII que se conservan en nuestros días, así como los escaparates y figuras de devoción procedentes de las colecciones Domènech-Vázquez y Sofia Alomar. También es especialmente importante la pintura de la Virgen de Atocha de la colección Balaguer.

La sala de entrada

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La galería de un coleccionista

Como protector de las Bellas Artes, Josep Balaguer reunió una pequeña colección en la que destaca un conjunto de pinturas muy representativo del trabajo del pintor mallorquín Antoni Gelabert (1877 – 1932). En la época de la familia Balaguer, este espacio estaba
dividido en dos salas que servían de conexión entre la zona de entrada de la casa y las salas principales donde se encontraba la gran sala de música. Fue en una de estas salas, transitada por todos los que visitaban la casa, donde Josep Balaguer instaló las pinturas de Antoni Gelabert.

Estas obras se presentan conjuntamente con piezas procedentes de las colecciones municipales correspondientes al periodo en que Gelabert estuvo activo. En estos años el Ayuntamiento adquirió pinturas de los principales artistas modernistas presentes en Mallorca, como Santiago Rusiñol, William Degouve de Nuncques, Hermenegild Anglada Camarasa, Francisco Bernareggi y Roberto Montenegro.

El conjunto se completa con una selección de piezas realizadas en la fábrica de cerámica modernista de La Roqueta, procedentes de la colección Domènech-Vázquez, una producción equivalente en diseño y modernidad a la de las principales factorías catalanas de este periodo.

La cámara de la alcoba

Los últimos espacios son la cámara que da paso a la alcoba o lugar en el que está situada la cama de aparato o de parada. En las casas principales, no se utilizaba para dormir, sino que únicamente formaba parte de este conjunto lujoso de estancias en las que se recibía y se organizaban los principales eventos. Por ello, también se decoraban para ser vistas y demostrar la riqueza y el poder de la familia. A partir del Barroco, solía separarse la parte de alcoba por medio de un dintel con marco dorado con remates de talla y podían incluir unas cortinas o puertas con cristales.

La cámara que presentamos es una construcción a partir del mobiliario, tapices y otros elementos procedentes de la colección Balaguer, junto con importantes pinturas del fondo municipal, entre las que destaca La batalla de la Conquista, atribuida a Honorat Massot, que representa la entrada en Palma de Jaume I, precedido de Sant Jordi, en una escena donde, a pesar de la actualización de la indumentaria de los personajes, la narración refleja con mucha fidelidad el relato del Llibre dels feits. El conjunto se completa con una Oración en el huerto de Gaspar Oms del fondo de Can Morell, diversas figuras de devoción del Taller de les Verges Rosses procedentes de la colección Domènech-Vázquez y una pintura representando la Sagrada Familia cedida por Josep Maria Alomar Canyelles.

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La alcoba

En la alcoba, la cama, de madera vista, adquiere una gran importancia, no sólo por los tejidos que la visten, sino por la calidad de la madera y la decoración de la pieza. Su lujosísimo paramento textil –damasco, terciopelo, felpa o tafetáncon cielo y sobrecielo, cortinas que la rodean y delantera que circunda todo el perímetro inferior, se combina con el de las cortinas y el de las paredes. Hay algunos elementos imprescindibles en todas las alcobas mallorquinas, cuadros de pequeño tamaño de tema religioso, una pileta de agua bendita y una silla de brazos.

Todo situado cerca de la cabecera y así se las denominaba, “de cabezal de cama”. Muy a menudo, desde la alcoba se accedía a un tocador.
Hay que hacer referencia a la presencia de una de las piezas más destacadas del fondo municipal, concretamente a la Dormición de la Virgen, pintura renacentista atribuída a Rafael Guitard, así como la Divina Pastora del siglo XVIII del taller del Mestre de les Verges Rosses de Manacor, procedente de la Colección Domènech-Vázquez.

La alcoba

La sala de música

Originariamente, toda la crujía sur de Can Balaguer estaba ocupada por un único espacio llamado en su tiempo galería. Esta sala, cuadra o estrado, era una más de la sucesión de estancias de estas características que conformaban el recorrido público de la casa barroca, juntamente con la cámara y la alcoba. Estos espacios eran el escenario principal de la representatividad social de la familia y, por este motivo, presentaban una decoración más lujosa, no únicamente con muebles más ricos, en cuanto a las maderas y técnicas constructivas, sino también con tejidos de excepcional calidad.

En torno a 1930, Josep Balaguer adquirió un órgano de última generación para la gran Sala de Música de su nueva residencia. El maestro Balaguer compró el instrumento a E.F. Walcker & Cia. de Ludwigsburg, a través de la tienda de venta de instrumentos que él mismo tenía en la calle Colom, la Antiga Casa Banqué. Con transmisión electropneumática, el órgano Walcker de Can Balaguer era y es una maravilla de la técnica, capaz de reproducir los registros más variados, incluyendo los que imitan la percusión, unos registros poco habituales en un órgano.
De hecho, a menudo se ha dicho que lo que pretendía el maestro Balaguer con la adquisición de este instrumento era reproducir los diferentes registros de una banda de música. No debemos olvidar que él mismo fue director de la Banda del Regimiento de Infantería Regional de las Baleares núm. 1 de 1897 a 1920.

Músico, empresario, coleccionista y mecenas, Josep Balaguer (Inca, 1869– Palma, 1951) fue una figura clave para la dinamización cultural de nuestra ciudad durante la primera mitad del siglo XX. Vinculado familiar y profesionalmente al afamado cantante de ópera Francesc Mateu Nicolau (Uetam), jugó un papel fundamental para la creación en 1947 de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears, de la que fue director honorífico.

La sala de música

La sala Luis XV

La decoración actual de la sala es obra de la época de Josep Balaguer. Los muebles y los tejidos son una reinterpretación del estilo Luis XV del último tercio del siglo XIX. Destacan la calidad de las tallas que los decoran y los tejidos que los cubren, a juego con las cortinas. Muy
probablemente, no están realizados en Mallorca. En el momento de la construcción del edificio, esta era la cámara de la alcoba de representación, e incluía un estrado o espacio reservado a las mujeres.

Por el inventario realizado a la muerte de Mateu Gual-Sanglada, además de otros muebles, sabemos que este estrado estaba formado por tapices en la pared, una alfombra pelfada de diferentes colores sobre una tarima con un nivel ligeramente superior al del suelo, dos mesitas pequeñas con el tablero de piedra y, sobre cada una de ellas, una lámina con marco ovalado, dorada y tallada. También había veintiséis cojines de damasco rojo y carmesí con franjas de galón de seda y oro, con borlas, para sentarse. El conjunto se completa con diversos objetos decorativos procedentes de la colección Domènech-Vázquez dispuestos en la vitrina.

La sala Luis XV

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El comedor

El comedor, como pieza específica, es una estancia que se empieza a incluir en las casas señoriales desde finales del primer tercio del siglo XVII. Entonces su uso era exclusivo de la familia y, por este motivo, formaba parte de los espacios privados. Durante estos siglos, cuando
había una celebración importante, en la que se debían recibir muchos invitados, se colocaban mesas o tableros sobre caballetes en las salas de protocolo. Encima se colocaban manteles de mucha calidad y se complementaba con una vajilla rica y cubertería de plata.

A lo largo del siglo XIX, con el desarrollo de la vida social y la valorización del placer de la buena mesa, el comedor se convirtió en un espacio importante, de manera que se hizo necesaria la habilitación de una habitación específica para este uso. El comedor que hemos creado para Can Balaguer se encuentra en lo que en la época de la construcción del edificio era la alcoba de representación. En cuanto a las vajillas, del siglo XIII al siglo XV se utilizaron las valencianas de reflejos dorados. En el siglo XVII encontramos las catalanas, y en el siglo XVIII aparecen las producciones de la Real Fábrica de Alcora, las cerámicas de Manises y las chinas o de Compañía de Indias.

El comedor

La sala de la chimenea

El recorrido finaliza con la sala de la Chimenea o de Tertulias. Es el ambiente más moderno presentado, dominado por el nuevo concepto de confort, con un techo más bajo y asientos más cómodos. El conjunto se completa con pinturas procedentes de la colección Balaguer y del
fondo municipal de la primera mitad del siglo XX, que incluyen obras de Cittadini, Argie Gittes y Fuster Valiente, así como dos artistas muy representativos del siglo XIX en Mallorca: Ricard Anckerman y Antoni Ribas.

Hacia finales del siglo XVIII se producen una serie de transformaciones y cambios socioeconómicos que influirán en la decoración de algunos espacios en los interiores de las casas. Gracias a las ideas de la Ilustración, que preconizan la fe en el individuo, se asume la importancia de la intimidad y un entorno familiar confortable. Se instaura una nueva mentalidad más informal, se desarrolla una intensa vida social más relajada, y aumentan las tertulias entre parientes y amigos. Por este motivo fue importante contar con una sala más íntima y acogedora que las de protocolo. Era necesaria la existencia de mobiliario que permitieses posturas más naturales y que en invierno se mantuviese una temperatura agradable, y, por tanto, a menudo estos espacios a menudo contaban con una chimenea.

Otros datos de interés:

Can Balaguer

www.palmacultura.cat

Horario: 

De martes a sábado, de 10 a 19 h

Domingo y festivos, de 11 a 14 h

Texto extraído de la web de Ajuntament de Palma

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