“Después del confinamiento, en junio de 2020, no sabíamos si
sobreviviríamos, porque la situación era inédita y muy complicada”, reconoce
Carlos Petisco, gerente de la Escuela del Mar, una de las empresas de formación
náutica más importantes de Baleares y miembro histórico de la patronal de la
náutica balear, AENIB. “Sin embargo, para nuestra sorpresa, a partir de julio
de 2020 registramos un incremento importante de alumnos en todas las
titulaciones: titulín, Licencia de Navegación, Patrón de Navegación Básica
(PNB), Patrón de Embarcaciones de Recreo (PER), Patrón de Yate y Capitán de
Yate”, comenta.
“En la convocatoria de septiembre de 2020 vimos el primer indicio,
pero aún era pronto para valorarlo, no sabíamos si la tendencia se iba a
mantener, como así ha sido. Ahora, después de tres convocatorias, podemos decir
que la demanda ha ido incrementándose de forma notable. Desde el inicio de la
pandemia, los alumnos del PER y el PNB
han aumentado un 30%, mientras que los de Capitán de Yate y Patrón de
Yate un 40%. En cuanto a los de Licencia de Navegación han crecido de una forma
exponencial en todas las escuelas náuticas de Baleares”, señala.
Socializar el mar
En su opinión, ello se debe a que “en esta situación tan
complicada para todos, mucha gente de las Islas ha descubierto el mar. Muchos baleares, y
también de otras comunidades, no conocían cómo era el mundo de alquilar una
embarcación. Sin embargo, ante un escenario en que las playas estaban sometidas
a restricciones, muchos descubrieron que, por un precio más que razonable,
podían pasar un día en el mar con un barco alquilado, evitando además el riesgo
de contagio por entrar en contacto con otras personas”, indica.
“Al mismo tiempo, las empresas de chárter náutico han
evolucionado de alquilar sobre todo por semanas y a clientes extranjeros a
hacerlo por días tanto a mallorquines residentes como a españoles que nos
visitan. De alguna forma, se ha socializado el mundo del mar y se ha asociado
éste con el ocio seguro, al aire libre”, señala Petisco.
En cuanto al perfil de los alumnos, “es variopinto, con gente
trabajadora, en contra de la falsa imagen que existe de que la náutica es para privilegiados.
Hay mucha gente en ERTE o en paro que ha optado por aprovechar el tiempo para
formarse en náutica en lugar de quedarse en casa pensando en el Covid”,
analiza. En este sentido, incide en que “en contra de lo que pensábamos, la
formación online no es la más demandada. La gente sigue prefiriendo la presencial, venir a clase
y socializar, con todas las medidas de seguridad que impone la actual crisis
sanitaria y la prudencia que todo mantenemos”, indica.
Más recreo que profesional
Según los datos que maneja, “las titulaciones de recreo han
crecido más que las profesionales, aunque con la crisis derivada de la
pandemia, ha habido también mucha gente que se ha interesado en el sector
náutico, y de hecho ahora mismo tenemos listas de espera para los cursos
profesionales. Por ejemplo, hemos tenido pilotos de aviación o profesionales
del mundo de la hostelería o el turismo, que han visto en la náutica una
oportunidad profesional ante la caída de sus actividades”, explica.
Desde su punto de vista, “está empezando un repunte del
sector náutico. Las empresas de formación náutica somos el primer eslabón:
detrás de nosotros, hay una gran industria, porque nuestros alumnos luego salen
y alquilan o compran barcos y material de navegación, se asocian a clubes,…
Mi intuición es que este año el sector náutico va a tener un buen desempeño”,
vaticina.
Eso
sí, la situación de las empresas náuticas, y en concreto de las escuelas, no es
para nada idílica. “Ha sido muy complicado adaptarnos a los protocolos de
seguridad, porque hemos tenido que reducir mucho el número de alumnos por
clase, y nuestros costes de han multiplicado por tres, doblando turnos de
profesorado, y haciendo muchas más salidas en embarcaciones para poder cubrir
la demanda dadas las limitaciones de tripulación a bordo. Hemos podido
sobrevivir, pero con costes muy altos”, subraya.