Desde el GOB denuncian que «estos días estamos siendo testigos de cómo los excesos siguen degradando los espacios naturales de Mallorca (con el caso paradigmático de Es Caló des Moro, pero también en otros lugares), así como se repite la saturación en carreteras, pueblos (como Sóller, hace solo unos días) y también en Palma«.
En cuanto al turismo de cruceros, de enero a julio de este año han llegado a Palma hasta 75 cruceros de más de 5.000 pasajeros, un 14% del total de cruceros de estos primeros siete meses del año. Un número y proporción muy superior al mismo periodo de 2019, cuando llegaron al puerto de Palma 45 cruceros de esta capacidad. En este sentido, desde la Plataforma contra los Megacruceros se estima que el acuerdo firmado entre las navieras y el Gobierno es del todo insuficiente. No obstante, sí ha sido un primer paso para poner encima de la mesa la necesidad de limitar y regular el turismo en Mallorca. Este es un camino por el que se debe seguir avanzando, como así lo demuestran las políticas de las principales ciudades europeas como Venecia o, más recientemente, Ámsterdam, que van en esta misma línea.
El GOB reconoce que «Baleares no debe perder la oportunidad de situarse a la vanguardia en gestión del turismo. Por ello, instamos al Gobierno a facilitar la participación ciudadana en la toma de decisiones y a aplicar medidas valientes en favor de la calidad de vida de los residentes y de la experiencia de los visitantes, protegiendo los ecosistemas naturales y protegiendo también la salud de las personas».