Un mallorquín ha dedicado su vida a recopilar y conservar décimos de lotería, convirtiendo su colección en un testimonio cultural de la isla
Miquel Díaz, un apasionado coleccionista ha transformado su afición en un tesoro cultural. Desde que comenzó su colección a los 22 años en 1996, ha dedicado miles de horas a rastrear, adquirir y documentar décimos de lotería de la isla, algunos de ellos con más de un siglo de antigüedad. «Empecé de cero absoluto, simplemente porque vi unos décimos de los años 50 que me parecieron obras de arte», explica.
Los décimos de lotería, con su intrincado diseño y significado cultural, atraparon su atención desde el principio. «Esto es un trabajo artesanal, no es solo un producto del Estado», señala mientras describe cómo los billetes de aquella época estaban llenos de ornamentos y detalles que hoy en día son difíciles de encontrar. Su colección se ha convertido en un registro histórico único que abarca sorteos de distintas épocas y localidades de Mallorca.
Uno de los tesoros de su colección es un décimo de Navidad de 1911, diseñado por Bartolomé Maura, un grabador mallorquín y hermano del político Antonio Maura. «Este es el más antiguo de la número cinco de Inca, y es una alegoría de la abundancia», describe con orgullo. La imagen en el billete, detallada y simbólica, refleja la riqueza de la época y la importancia social de la lotería.
El coleccionista ha especializado su búsqueda en los décimos que llevan el sello de las administraciones de lotería de cualquier punto de Mallorca, desde 1813. «Me di cuenta de que había mucha lotería, muchos sorteos, entonces se me ocurrió especializarme y acotar un poco la búsqueda», comenta. Así, ha logrado reunir ejemplares de localidades como Palma, Felanitx, Inca y Sóller, algunos con fechas tan remotas como 1834.
Sin embargo, no todo ha sido fácil. Con el paso del tiempo, la búsqueda se ha vuelto más complicada, especialmente con la creciente digitalización del juego. «Hoy en día, los décimos de lotería son simplemente un papel oficial del Estado, impresos rápidamente, pero antes no era así», lamenta. Este cambio ha hecho que su misión de preservar la historia de los sorteos de lotería en Mallorca sea aún más crucial.
A pesar de la falta de reconocimiento institucional, el coleccionista sueña con que su colección tenga un futuro más allá de su propia vida. «Me gustaría que quedase aquí en Mallorca, que se le pueda dar un uso cultural», expresa con esperanza. Para él, su colección no es solo una serie de objetos antiguos, sino un patrimonio que debe ser conservado y compartido con las generaciones futuras.
En un país donde la conservación de colecciones privadas a menudo pasa desapercibida, su dedicación destaca. «Estamos creando un patrimonio, estamos conservando historia», afirma, destacando el valor de su trabajo y el de otros coleccionistas que, como él, han dedicado gran parte de su vida a preservar fragmentos de la historia cultural.
La visión de este coleccionista mallorquín es clara: «Me gustaría que se pudiera dar un uso cultural a mi colección, no solo como testimonio de un juego social, sino como una ventana a cómo se vivía y se jugaba en tiempos pasados». Con su labor incansable, ha logrado reunir un legado que merece ser valorado y preservado, un testimonio de la historia de Mallorca a través de los décimos de lotería.