Desde Mallorca hasta el corazón de Estados Unidos, la fotógrafa Ana Blanch ha encontrado en los paisajes desérticos una fuente inagotable de inspiración. Su trabajo, centrado en la fotografía analógica y la exploración de texturas y formas, revela la belleza oculta de estos entornos áridos y aparentemente inhóspitos. Su más reciente serie fotográfica, nacida durante la pandemia, documenta un viaje personal y visual a través de los vastos paisajes de Utah y California.
Palma, 1 de febrero de 2025. La entrevista con Ana Blanch se realizó con motivo de su participación en la exposición colectiva en Garaje Son Armadans, una sala de exposiciones palmesana que acoge propuestas innovadoras de artistas emergentes y consolidados. Su obra formó parte de esta muestra, en la que compartió su visión única del desierto a través de la fotografía analógica, un medio que sigue defendiendo como una forma de expresión auténtica y tangible.
© Ana Blanch | http://anablanchphotography.com
Durante el confinamiento global, la vida de Ana Blanch dio un giro inesperado. Quedó varada en Estados Unidos durante 90 días y, en lugar de permanecer encerrada, decidió junto a su pareja, Brian Klepper, explorar el desierto. Fue en ese momento cuando nació «90 días», una serie fotográfica que captura la esencia del aislamiento en estos paisajes infinitos. «Fue un período extraño, pero encontramos seguridad en el desierto, donde no había nadie. La inmensidad del paisaje se convirtió en nuestro refugio», comenta la fotógrafa. En esos meses disparó más de 60 carretes de película, que posteriormente reveló durante su cuarentena en casa.
Uno de los aspectos más fascinantes de su trabajo es el uso del formato analógico. «Cada tipo de cámara con la que trabajo me permite ver el mundo de manera diferente», explica. «Las imágenes en color fueron tomadas con una cámara de medio formato, mientras que las fotografías en blanco y negro pertenecen a un formato de 35 mm. La diferencia en la composición y textura es notable, ya que cada cámara tiene una perspectiva única».
© Ana Blanch | http://anablanchphotography.com
La serie «Sin coordenadas» forma parte de este proyecto y presenta paisajes anónimos, sin referencias reconocibles, carreteras que parecen no llevar a ninguna parte y señales de tráfico en medio de la nada. «Me interesa capturar la naturaleza cambiante del desierto, donde nada es permanente. Puedes regresar a un lugar y encontrarlo completamente diferente: una roca puede haberse caído, el viento habrá esculpido nuevas formas en la arena o las plantas alienígenas que aparecen un mes al año habrán desaparecido por completo».
Su fascinación por estos paisajes la llevó también hasta Death Valley, en California, donde exploró las dunas de arena y sus múltiples texturas. En este caso, eligió la fotografía en blanco y negro para resaltar los detalles y contrastes de la luz y el viento sobre la superficie del desierto. «El color no aportaba nada a estas imágenes, pero el blanco y negro permite captar mejor la profundidad de las texturas». Además, destaca que su proceso no termina en la cámara, sino que la impresión juega un papel clave en la experiencia visual de sus obras. «Utilizo papel de algodón y, en algunos casos, papeles metalizados que le dan un reflejo especial a la imagen, algo que no se puede apreciar en una pantalla de móvil».
© Ana Blanch | http://anablanchphotography.com
El componente táctil es esencial en su manera de entender la fotografía. «En un mundo donde todo es digital, donde las imágenes pasan de una pantalla a otra sin llegar a materializarse, me gusta que mis fotos sean algo físico, algo que se pueda tocar. Por eso sigo trabajando en analógico, porque disfruto de la parte manual del proceso, del revelado y de la impresión».
Además de su trabajo fotográfico, su experiencia en Estados Unidos ha enriquecido su visión artística. «La cultura visual es diferente. Aquí la relación con el paisaje es otra, y eso ha influenciado mi manera de fotografiar. Me interesa explorar la intersección entre la intervención humana y la naturaleza». Ejemplo de ello es una serie de imágenes de una planta de energía solar en ruinas, que descubrió por casualidad mientras viajaba por la autopista. «Era un conjunto de estructuras que parecían antenas, pero al investigar descubrí que era un proyecto de energía solar abandonado. Esos elementos extraños en el paisaje me fascinan».
© Ana Blanch | http://anablanchphotography.com
Ana Blanch trabaja con cámaras analógicas que le permiten capturar la esencia del paisaje con una calidad excepcional y un enfoque artesanal. Para sus fotografías en color utiliza una Hasselblad 500 C/M, una cámara de medio formato que emplea negativos 120 y que le permite componer sin necesidad de llevar el visor a la cara, otorgándole una perspectiva única. En este formato, suele usar carretes Kodak Ektar 100 o Kodak Portra 160, conocidos por su fidelidad cromática y su grano fino. Para el blanco y negro, recurre a una Nikon FM2, una cámara mecánica que no requiere baterías, combinándola con carretes Rollei RPX 25, de baja sensibilidad y grano extremadamente fino. Todo el proceso, desde el revelado hasta el escaneo, lo realiza ella misma en su laboratorio casero, asegurando que la intervención digital sea mínima y que cada imagen conserve su esencia original. Además, ha incorporado a su equipo una Chamonix 45F-2, una cámara de gran formato que utiliza negativos de 4×5 pulgadas, elevando aún más su enfoque meticuloso y su búsqueda por la perfección en cada toma.
Con una mirada única y una sensibilidad especial para capturar lo efímero, el trabajo de Ana Blanch sigue evolucionando, explorando nuevos territorios y experimentando con formatos y materiales. Desde la inmensidad del desierto hasta los rincones más inesperados, su fotografía es una invitación a observar con atención los detalles ocultos en el paisaje y a descubrir la belleza en lo aparentemente vacío.