Cuando Uco Bakery elabora una nueva receta busca una conexión con la comunidad, desde el agricultor a los mercados locales. Escoger la ciudad de Palma no fue una casualidad ya que aquí pueden encontrar una gran variedad de productos al igual que en el resto de la isla. Lo que quieren ofrecer es un producto en el que el cliente se encuentre conectado al sentir isleño, al disfrute de la vida mediterránea. «Que el pan no solo sea pan, que también sea un producto que traiga valor a la cultura y lo que caracteriza a la isla«.
Una de las especialidades de Uco Bakery es el pan Ses Illes. «Cuando llegamos a Mallorca probamos el queso de Mahón, probamos los tomates secos de los productores locales. Hicimos un viaje a Formentera y ahí probamos el romero, el tomillo y la sal de Ibiza. Es una comunión de las islas«.
Cate hace hincapié en que no solo quieren elaborar un pan tradicional como los que ya existen en el mercado. «queremos ser una panadería creativa. Queremos que si el pan es tu única comida del día, lo sea. No sea solo harina. Queremos crear una experiencia nueva cada vez que das un mordisco«.
Gus nos invita a que nos `preguntemos qué es la masa madre. «Es la base del pan, pero el pan que consumimos hoy en día está industrializado. No son los mismos panes de nuestros antepasados. El concepto de pan que intentamos traer es revolucionar la tendencia actual de producción«. El hecho de haber una gran demanda hace que se obvie la calidad por la inmediatez. «La humanidad ha perdido la esencia de la alimentación que es saber de dónde vienen los ingredientes.
Cate nos explica que la masa madre en harina, agua y bacterias del ambiente. Lo que hace que fermente un vino o un queso es la misma bacteria cuyo nombre es Saccharomyces Cerevisiae. «Nuestra masa madre tiene casi 2 años. Es como un animal. Tú necesitas alimentarlo. La bacteria solo vive si tiene de lo que alimentarse y de lo que se alimenta es del azúcar y el gluten natural de la harina. Para mantenerla vida lo que hacemos es quitarle un poco y añadirle otro poquito«.
Cate nos da la clave de lo que significa semillas activadas, uno de los principales reclamos de la marca. «Las semillas que te encuentras en el supermercado están dormidas, no están activas, carecen de propiedades, no están potenciadas. El ejemplo sería que para que crezca una semilla de planta necesitamos tierra, agua y sol. En nuestro caso podemos sacar el factor tierra sustituirlo por la masa; el factor sol sustituirlo por el sol. Activar las semillas es empezarles a dar vida y para el proceso justo antes de germinar«.
Una de las filosofías de Uco Bakery es que el cliente puede disfrutar de un producto de calidad, saludable, sabroso y digestivo. La idea es que a través de técnicas actuales que se utilizan en San Francisco o Río de Janeiro, se pueda saborear un pan del tipo ancestral, más aireado, más ligero, más agradable con la corteza crujiente.
El origen de Uco Bakery nace en el Valle del Uco, en la provincia argentina de Mendoza. La imagen corporativa de la marca es la vista que tenían desde su ventana de los Andes y eso les recuerda a la cadena montañosa de la serra de Tramuntana. «Gus y yo nos conocimos hace 7 años estudiando Derecho en Alemania. Nos enamoramos muchísimo y decidimos que cuando acabase la carrera daríamos una oportunidad a nuestra relación. Yo soy española de padre americano y madre italiana y Gus brasileño. Me mudé con él a Sao Paulo, la capital financiera de Brasil. Estuvimos viviendo allí durante 2 años y medio, luego nos mudamos a Río de Janeiro, en donde también vivimos durante 2 años y medio. Fue una experiencia muy gratificante para ambos, pero que también nos dimos cuenta de lo que no queríamos en nuestra vida«.
Se refieren a esas grandes ciudades de 13 millones de habitantes en la que todo gira en torno a consumir y que el ocio se convierta en visitar los centros comerciales o en donde para cualquier desplazamiento tienes que coger un coche. «Acabamos un poco aturados de ese estilo de vida. Empezamos a fijarnos en lo que comíamos. Todo esto nos llevó a mudarnos al valle de Uco. Una zona preciosa llena de viñedos«.
Gus dejó su trabajo de abogado en un gran despacho y Cate acabó agotado con la apertura de un hotel de lujo en el que trabajaba como manager. Así fue como abandonaron la ciudad para irse a vivir a ese bucólico paraje. Cate es intolerante al gluten y no podía comer pan, por lo que Gus en un arrebato amoroso se dedicó a aprender el proceso de elaboración del pan. El éxito fue rotundo y les sigue allá a donde van.