Desde mi infancia, siempre he oído hablar en casa, sobre el trabajo de mi padre Bernat como motorista. El compresor que utilizaba en la mina del Valle de Sant Pere era un “Hengersoll” de gasolina. Cerca de s`Esglaieta, trabajaban su hermano Andreu y mi tío Toni Bosch (Burguet), hermano de mi madre. Se mencionaban nombres como “Casado” (el encargado), “Guevara”, “Pedrin”, “Campico”, “Talón” e infinitos etcéteras, que ahora mismo, no recuerdo. Excepto mi padre y mis tíos, que eran de Esporles, el resto venían de la Península; con el pasar de los años, he logrado conocer a algunos de ellos, ya que continuaron una amistad con mi padre.
La empresa contratista de la obra era “Antonio Balaguer”. Su régimen de trabajo eran turnos de ocho horas en las minas con derecho a un suministro de víveres adicionales al mes (cabe aclarar que se trataba de una época de escasez y racionamiento).
Se hablaba de una mina para buscar agua, en el más estricto sentido de la palabra, pero el proyecto fracasó, ya que se encontró el acuífero del Pont d’Inca. Se abandonó esta obra y algunos de los trabajadores, como mi padre, su hermano y su cuñado Toni (Burguet), pasaron a formar parte de la plantilla del Servicio Municipal de Aguas y Alcantarillado del Ayuntamiento de Palma. Poco después, mi padre Bernat y Toni, pasaron como motoristas a la central del Pont d’Inca para el cuidado de los motores Krupp/Diésel. Andreu, abandonó su puesto en el ayuntamiento y pasó a regentar la bodega de Esporles, donde instaló un taller para la reparación de bicicletas.
Nunca he pensado que la Vall de Sant Pere fuera una obra tan singular como lo que realmente es. Cuando me decidí a presentar esta historia, y comencé a buscar información, tuve conciencia de su realidad.
La Vall de Sant Pere
Desde el dominio musulmán y posterior al siglo XIII con la conquista cristiana, hasta bien entrado el siglo XX, las aguas de este valle han sido las principales para suministrar a la ciudad de Palma. Eran emanadas desde la Font de la Vila y conducidas a la ciudad a través de la acequia que lleva el mismo nombre.
La dinámica del Ayuntamiento de Palma, desde el siglo XVIII, fue realizar obras para mejorar el suministro de agua desde la Font de la Vila. Entre 1817 y 1821, se iniciaron reformas, tanto en la galería cubierta como para bajar la solera desde la Font hasta Son Ripoll. Estos arreglos se demoraron treinta años y fueron acabados por el ingeniero Paül Bouvy.
A partir de aquí, y ante las preocupaciones que surgieron por la posible falta de agua en un futuro, se hicieron diversos estudios para hallar la solución y así evitar épocas de escasez.
En el último tercio del siglo XIX, se vio la necesidad de aprovechar las aguas subterráneas. Existían propuestas y discusiones sobre la perforación de pozos, ya que había quienes decían que el agua de estos estaba contaminada. Es así como en 1879, el Ayuntamiento de Palma, decidió abrir un pozo en el Rincón de Santa Margalida para aumentar el suministro a la ciudad. En ese mismo año también se dio lugar a la perforación de un importante pozo de unos 74 m de profundidad y un rendimiento de 36 m³/h, en la harinera del Pont d’Inca. Hacia el año 1945 el Ayuntamiento de Palma compraría la producción de este.
Después de haberse presentado varios proyectos, y ante la necesidad de aumentar el suministro necesario para abarcar toda la ciudad, en 1883 el meteorólogo catalán Eduard Fontseré, firma un convenio con el Ayuntamiento de Palma y presenta un nuevo proyecto, distinto a los anteriores, que ya apuntaba la posibilidad de aprovechar las aguas del torrente de Sant Pere de Esporles. El proyecto era llamado “La Gimnesiana. Aguas potables de Palma de Mallorca procedentes del Torrente de San Pedro del término municipal de Esporlas”. Dicho proyecto contemplaba la canalización para distribuir agua a presión en Palma.
Las aguas serían captadas en el lugar del molino de Barrater en el Torrent de Sant Pere, del término de Esporles, mediante una galería de captación que tendría 1 m. de ancho por 2.10 m de altura y una longitud de unos 1542 m. El proyecto no se llevó a cabo y el convenio entre el Ayuntamiento de Palma y Eduard Fontseré se rescindió.
Así pues, tenemos una primera noticia de la existencia de un proyecto de captación en el Valle de Esporles diferente al existente en la Font de la Vila.
Después del año 1912, el ingeniero Eusebi Estada, uno de los principales impulsores de las mejoras de la ciudad publicó “Contribución al estudio del abastecimiento de aguas potables de la Ciudad de Palma”. Como su propio nombre indica, es un estudio en profundidad de la problemática y soluciones para el abastecimiento de agua a la ciudad y que incidió en la decisión del Ayuntamiento en la expropiación de la Font de la Vila.
Según Eusebi Estada la principal fuente para el abastecimiento de agua debía ser la Font de la Vila, además de otras fuentes y algunos pozos del llano de Palma que tuvieran una buena calidad del agua. Cosa difícil, ya que se analizó el agua de 30 pozos del Plà de Palma y sólo vio 13 aceptables, además estaban muy diseminados y hacían difícil su explotación, por lo que Estada se mostraba dudoso con su utilización. Pero a pesar de todo esto, era necesario buscar una solución definitiva para asegurar el suministro de la ciudad.
Con las posibles soluciones se pretendía que los aforos estuvieran cerca de la ciudad y así, poder abaratar el coste de la canalización. Se decantó por la Vall d’Esporles debido a su proximidad a la Font de la Vila. Esta ventaja favorecía el ahorro de recursos, puesto que no sería necesaria una nueva conducción de las aguas hacia Palma gracias a la acequia existente.
A partir de estos antecedentes, el ingeniero Jefe de la Comisión de Aguas del Ayuntamiento de Palma, Don Josep Zaforteza Musoles, realizó un estudio para la búsqueda de agua en el valle. Los resultados de este, sumado a los estudios realizados entre 1911 y 1922 por el geólogo francés Paül Fallot, serían apoyo para la idea original del holandés Paül Bouvy.
Paül Bouvy (1807-1867) era ingeniero y llegó a Mallorca para trabajar en las minas de lignito en Binissalem. También se dedicó a otros proyectos como la desecación del prado del Plà de Sant Jordi y la creación de una sociedad en 1845 para la construcción del primer molino de viento. En 1835, construyó una galería cubierta que llevaría el agua de la Font de la Vila hasta Son Ripoll y, a su vez, la solera de la galería para evitar el embalse y rentabilizar el aforo. Para controlar el coste de la fuente, propuso retener en invierno parte del agua del embalse subterráneo natural y darle salida en verano.
Paül Fallot (1889-1960) presentó en 1922 una tesis que llamó «Etude Geologique de la sierra de Majorque». En este estudio realizó un análisis profundo sobre la cuenca que se extiende desde la meseta de Son Balaguer y Sa campaneta (entre Esporles y Puigpunyent) hasta Valldemossa.
Plano del año 1943
Fundamento del proyecto
La parte del proyecto que se fundamenta con el estudio de Fallot refiere al análisis de los elementos naturales que llenan el valle. Los materiales arrastrados (derivados de rocas triásicas y hieráticas fragmentadas) eran los componentes principales en las masas rocosas de nuestras montañas que, al mezclarse con capas de arcilla, formaban un terreno con un alto grado de infiltración. Estos eran arrastrados por un torrente muy importante y procedentes de una cadena montañosa (ambos ya desaparecidos) que formaba parte de la sierra Nord. La altura de esta era mayor en comparación a las actuales montañas de Esporles.
Al saber que la superficie de la cuenca (desde la meseta de Son Balaguer hasta Valldemossa) era de unas 9.000 hectáreas, Fallot realizó un cálculo para la recuperación del agua. Tuvo en cuenta que una parte del agua de lluvia se evapora directamente, otra, corre sobre la superficie y una última, se infiltra a través del terreno para incorporarse a los acuíferos subterráneos. En el caso de la Vall de Sant Pere, teniendo en cuenta las características del terreno (naturaleza, inclinación, vegetación, etcétera.) y los estudios de los hidrólogos, se pudo valorar en un 10% el agua que corre sobre la superficie y, entre un 20% y 25%, el agua que se evapora. Como resultado, un 70% de la proporción se infiltraba, gracias a la permeabilidad del terreno.
(Curiosamente el geólogo Darder Pericàs en la misma época también calculó en un 70% la infiltración del agua de lluvia dentro de lo que es toda la cuenca hidrológica de la Serra de Tramontana).
Se hizo una media de la pluviometría de los últimos 10 años (década de los 30) y sobre las 9.000 hectáreas. Se obtuvo como resultado una altura de 75 cm. El cálculo aproximado del agua disponible para dicho acuífero fue el siguiente: 9.000 hectáreas x 0,75 m de altura de pluviometría media x 70% de infiltración es igual a un volumen de 47.250.000 m³. Esto representa un caudal medio de 1.498 l/s. Si a esta cantidad se le restase 500 l/s (que es el gasto de la Font de la Vila junto con la Font d’en Baster, entre otros manantiales), queda un remanente de 1000 l/s para poder aforar. A partir de estos resultados, era necesario encontrar la ‘vena’ y el mejor sistema de captación.
La parte del proyecto que corresponde a la idea de Bouvy, es la construcción de un sistema para poder almacenar toda la parte de este caudal que se pudiese aforar y, cuando fuese necesario, poder abrir la compuerta que la conduzca hacia Palma mediante su acequia. Esta posibilidad le daría el cariz de obra singular.
Así pues, suponiendo la existencia de un acuífero subterráneo en el Valle de San Pedro, el ingeniero Zaforteza junto Eduard Fontseré, dirigió la búsqueda hacia el mismo lugar, cerca del S’hort d’en Canet, al fin y al cabo, salida natural de la cuenca del valle.
Mientras se realizaban los estudios técnicos por parte del ayuntamiento de la ciudad, se trabajó en lo administrativo para la búsqueda de los recursos económicos con el propósito de llevar a cabo la obra. El 24 de enero de 1942, se aprobó el dictamen de la Comisión de Aguas y Alcantarillado, donde se propuso la contratación directa de las obras de alumbramiento de aguas de la Vall de Sant Pere. El día 5 de febrero de 1942, la Caja de Pensiones y Ahorros notificó al ayuntamiento la concesión de un préstamo de 1.500.000 pesetas, retornable en 20 anualidades, solicitadas para las obras del valle.
La mina
Aunque las obras para la construcción de la galería de la Vall de Sant Pere comenzaron a principios de 1942, existen estudios que revelan trabajos previos desde 1936. Entre la parálisis en las obras ese mismo año y el régimen de lluvias en 1937, fue recién en 1938 mediante un crédito de 20.000 pesetas, que se pudo continuar con el trabajo.
Para localizar el supuesto acuífero, se cavó un pozo antes del huerto de Canet continuo al torrente de Sant Pere. Luego de atravesar varias capas, se encontró agua a una profundidad de 24 m entre este pozo y la carretera de Esporles.
Acto seguido, se realizó una serie de cinco sondeos en el ancho de la Vall (una distancia entre 50 m y 83 m uno del otro). En los primeros cuatro, el agua tenía la misma profundidad que en el primer pozo. A partir de la quinta medición, no se halló agua determinante, lo cual señalaba la posición de la cuenca del acuífero.
En función de estas mediciones, tuvieron que estudiar el recorrido entre la Font de la Vila y esta zona. Realizaron un nuevo pozo a una distancia de 365 m del ya existente, donde también se encontró agua a 24 m de profundidad. Por último, se cavó un tercer pozo a 335 m del anterior, pero tuvo que abandonarse el sondeo por culpa de las infiltraciones del torrente, debido a las fuertes lluvias. El terreno que se halló era tierra vegetal de la superficie más los aluviones formados por capas de arcilla y cantos rodados.
Se observó un rendimiento por metro lineal de 0.25 l/s. Visto esto, un túnel de captación, entre el primer pozo y el último con una distancia de 723 m, da un caudal de 180l l/s, capital suficiente para poder rentabilizar la obra. En caso de que los cálculos fallaran, se podía aumentar el caudal al hacer unos ramales transversales o bien, alargar la galería.
Para la captación del agua se decidió hacer una galería en el fondo del pozo y así obtener mayor cantidad, ya que el rendimiento de este es limitado debido a su diámetro. A su vez, era necesario un sistema de extracción individual por cada pozo. Como principal condición, tiene que existir una diferencia de desnivel entre el fondo del acuífero (en este caso la profundidad del primer pozo) y el punto de partida de la galería. Aquí la diferencia de la cota, entre el plano del agua y la entrada del acueducto actual, es de 7,10 m., lo suficiente para permitir ‘atacar’ el conducto en el fondo del pozo a través de una galería que parte del acueducto de la Font de la Vila. Esta galería será la de conducción cuando discurra por terreno impermeable y, cuando penetre en este, se convertirá en la galería de captación.
La galería de conducción contaba con un ancho de 1,20 m. Al fondo se construyó una bancada de 50 cm de altura y 60 cm de ancho destinado para la circulación, a través de la galería, en momentos de tareas de mantenimiento. Desde la bancada hasta la puerta había 1,20 m de distancia y desde aquí hasta el punto central de la bóveda 60 cm; en total un 1,80 m y desde el fondo del canal 2,30 m.
Esta galería estaría revestida por una capa de 20 cm de hormigón; todo el recorrido que se hiciera por dentro sería la de conducción con la misión de ‘conducir’ el agua. Cuando esta llegaba al terreno permeable se convertiría en la galería de captación. Su principal diferencia es, que estas últimas, tendría una serie de barbacanas sin enfoscar para poder infiltrarse el agua.
El recorrido de la galería principal discurre entre la Font de la Vila, por el interior de Ses Cases Noves y Son Amengual, baja en dirección a la carretera de Valldemossa y se continua paralela a ésta. Cuando llega al cruce que va hacia Esporles, atraviesa la carretera que conduce hacia este pueblo y fluye un tramo entre esta carretera y el torrente de Sant Pere. Cerca de S’hort d’en Roca atraviesa el torrente y, casi paralelo a él, continua hacia el Huerto de Canet, donde antes de finalizar el recorrido, da un giro con ángulo recto hacia la derecha para conectar al agua de los cuatro pozos perforados en las pruebas.
Dentro de S’hort d’en Roca, aparece una bifurcación una vez que el torrente de Sant Pere que da lugar a una nueva galería. Se dirige hacia C’as Sastre y pasa por delante de la capilla de S’esglaieta, toma por la izquierda la carretera de Valldemossa en dirección a Son Maixella, cercano al torrente de Valldemossa donde finaliza. La profundidad que discurre es de unos 22 m. A lo largo de su recorrido también se han cavado pozos para airear y acceder a la mina. Según los cálculos realizados se cree que la cubeta tendría una capacidad de conducción de unos 460 l/s.
Una vez construida la galería solo quedaba aplicar la idea de Paül Bouvy. Se cerró con un muro de hormigón la de conducción en un punto que el terreno fuera impermeable para evitar al máximo el escape de agua. En esa pared, se dejó una abertura que cerraba con una compuerta que coincidía con la cubeta. Dicha puerta, se podía maniobrar desde la superficie con una espiga de 22 m de largo. De esta forma, quedaría convertida la mina del Vall de Sant Pere, en un verdadero embalse enterrado, con la posibilidad de poder regular el gasto del acuífero según las necesidades.
La duda es que, en un principio, nunca habló del ramal que va desde S’hort d’en Roca hasta Son Maixella hasta encontrarse un plano de 1943, donde figura perfectamente trazado. Esto nos hace sospechar que, si la mina no daba el rendimiento esperado, se podía alargar o bien hacer un túnel transversal. Entendemos que una vez realizada la ‘primera fase’, se realizó un nuevo intento por encontrar el acuífero, ya que con este recorrido se completaría la exploración de la desembocadura del valle.
Lo cierto es que no cubrió las expectativas. Al comienzo, se calculaba que una galería de 2.200 a 2.300 m de longitud daría un volumen de cierta importancia. La apertura de la galería había permitido captar pequeños caudales que en invierno de 1943 fueron de unos 20 l/s. En 1945 se habían acabado 1.582 m de galería, faltaban 570 m para completar el proyecto y los caudales de agua aún no habían aparecido.
Los trabajos continuaron a lo largo de 1946 y si bien parece que, oficialmente, llegó a dar 1.000 m³/día, los resultados no fueron los esperados y se tuvo que abandonar la obra. Ya para ese entonces, se había encontrado el acuífero del Pont d’Inca cercano a la ciudad y con un gran volumen de agua.
Con toda esta información se cree que la mina no acabó tal y como estaba proyectada, incluso debido a la poca suerte de encontrar el acuífero esperado en el Valle.
En el B.O.I.B del día 3 de junio de 2004, se incoó un expediente por declarar Bien de Interés Cultural la Font de la Vila y su sistema hidráulico.
El 5 de diciembre del 2006, el Consejo Insular de Mallorca declaró B.I.C. con categoría de monumento al Sistema Hidráulico de la Font de la Vila con casi todos sus elementos descritos e inventariados en la resolución. También se desestimó la alegación de E.M.A.Y.A. de incluir en esta declaración la galería de la Vall de Sant Pere, ya que dicen que la protección de B.I.C. no es la adecuada y, aunque reconocen su valor patrimonial, se cree que una protección a nivel municipal sería la indicada.
AGRADECIMIENTOS
A D. Antoni y D. Ricard Terradas que me han facilitado información muy importante para llevar a cabo la presente comunicación.
BIBLIOGRAFÍA
- Enciclopedia de Mallorca
- Biblioteca March. Diario La Almudaina de 24/1, 5/2 y 27/4 de 1942
- Consell Insular de Mallorca. Resolución de 5 de diciembre de 2006
- B.O.I.B. de 3/6/2004. Sección II Consejos Insulares (Mallorca) nro. 9790
- Archivo Municipal Ayuntamiento de Palma: Firma 869-20
- Antoni Ginard Bujosa: Evolucio Historica de l’Abastament d’aigüa a Palma (1800-1995). Gorg Blau 1995.
Corrección de estilo: Clara Montalbetti