Esta es la 87ª vez ininterrumpida que se celebra el Gran Premio Nacional de Trot. Ni siquiera la Guerra Civil pudo ponerle freno. Y es que este torneo está tan arraigado que podría resultar que muchos de sus aficionados son unos fanáticos. Pero nada más lejos de la realidad. Es puro amor y dedicación por el mundo del caballo, de su crianza y sus entrenamiento. Todo ello con una meta muy clara, recorrer los 2150 metros sin engancharte con el resto de competidores y que tu caballo no desfallezca.
Como nos explicaron muy amablemente los hermanos Miquel Marc y Jaume «el caballo solo puede correr esta carrera una vez en su vida porque a esta carrera también se le conoce como Gran Premio de los 3 años«. El Gran Premio Nacional trata de elegir el mejor producto entre las yeguas y los caballos de 3 años que han nacido en territorio nacional. Sin duda el hecho de que uno de los requisitos para participar sea su nacimiento en España es una motivación para los criadores locales y un aliciente para aficionados, propietarios, conductores y entrenadores entre otros.
El coliseo que ha de iluminar estas hazañas es el Hipódromo de Son Pardo. Lugar de evocaciones ancestrales en donde las herraduras atraviesan la arenilla para clavarse en el magma. El galope tenso, la musculatura de mármol echa carne, la estampa de unos titanes. El polvo que se agita como un vendaval en una carga de corceles. Toda esta emoción es la que se transmite mientras paseas por las instalaciones del hipódromo, ¿qué te parece?.
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Los caballos para poder participar en el Gran Premio tienen que tener su documentación en regla. Tuvimos la suerte de cruzarnos con Dani, un auxiliar de pistas con un gran sentido del humor y sobretodo con un gran conocimiento de la parte más administrativa del Trot. Desde cuarto de los números nos explica que «los jockeys vienen a buscar aquí su número diciendo en qué carrera van a correr. Nosotros tenemos aquí su cartilla que es como un D.N.I. correspondientes con sus vacunas que el veterinario revisa«.
Antes de sufrir los 3 minutos más intensos de mi vida, algo menos, que es lo que dura la carrera, me acerqué a la zona en las que los jockeys, entrenadores, familiares y amigos se reúnen para compartir ese ratito de fraternidad antes de la carrera. En ningún momento me sentí incómodo y pudo ver de cerca los «sulkis», que son los carros que llevan enganchados los caballos. Al veterinario dando fe del estado de los animales. Ante todo ese alboroto me sorprendió la concentración casi estoica del jockey Toni Valls que conduce a Huracà de Font. Me acerqué para hacerle una foto mientras subía su pulgar en señal de victoria. «Estoy pensando en la salida. A ver que posición podemos conseguir. El caballo está preparado y yo también. No es fácil. Todos queremos ganar«.
El momento en el que se empiezan a preparar los caballos con una manta azul que conmemora la carrera y el nombre del equino se percibe una ceremoniosidad que no existía al principio. Ahora de una manera acompasada se van enganchando los «sulkis» a los caballos que pacientemente se colocan de cara a la pared, parece que para concentrarse en ese momento divino que los hará protagonistas para siempre. El trofeo del Gran Premio es la escultura de un caballo que parece que está a punto de alzar el vuelo, es un presagio del torbellino de su galope.
Y ahora sí los caballos van saliendo a la palestra, avivados por su propio trueno, se les ve tan ansiosos, que a veces parece que van a desbocarse. Su aliento, que parece una nebulosa magnética va dibujando cometas grises. No sé muy bien donde colocarme y voy preguntando donde está la salida. Me siento tan privilegiado de compartir este momento único con esta familia del Trot que tengo encogida el alma. Una sensibilidad que me lleva a tropezarme un par de veces con las barreras de madera que separan la pista de las gradas, porque no quiero salir de la arena, quiero sentir una pisada tan cerca que amanezca con los tobillos rojos de grava.
En menos de tres minutos ya hay un desenlace y yo apenas me he enterado de nada. Menos mal que la cámara es mi cajita del tiempo. Tendré que pasarme más por el hipódromo y entender esta disciplina deportiva. La victoria fue para Toni Frontera y su caballo «Hiper Coktail». . Me acerqué en plan paparazzi antes de que se bajara del carro para brindarle mi enhorabuena, sin saber que era su sexta vistoria. La sexta, convirtiéndose en el jockey con más victorias en el Gran Premio Nacional. Todo un héroe del Trot.