El Área de Cultura del Ayuntamiento de Palma, encabezada por el teniente de alcalde Antoni Noguera, ha renovado el convenio de cesión de obras con la familia Alomar, Josep Balaguer y la colección Domènech-Vázquez.
Cuando hace cinco años se finalizó la rehabilitación de Can Balaguer, el equipo responsable de su musealización se halló unas grandes salas vacías en la planta noble. Con los muebles, pinturas y tapices del fondo municipal, en estas salas se podían reconstruir algunos de los espacios característicos de las casas señoriales de Palma.
Pero se necesitaban objetos decorativos para darle el aspecto de casa vivida característico de un museo de ambiente. Gracias a la colaboración de algunas colecciones privadas como las de la familia Alomar, los primeros que confiaron parte de su fondo al que entonces era el nuevo proyecto de Can Balaguer; la de Josep Balaguer Siquier; y muy especialmente, de la Colección Doménech-Vázquez, se pudo completar el conjunto.
Can Balaguer renueva sus depósitos
En la sala de entrada hacían falta luminarias de latón, y capillitas con belenes. Para las salas barrocas, seleccionamos una importante muestra de figuras de devoción del Maestro de las Vírgenes Rubias, así como piezas de cristal de la Real Fábrica de la Granja.
En las paredes del comedor debían instalarse las cerámicas finas utilizadas en estas casas a lo largo del tiempo. Por último, en la galería donde se muestra la colección de pintura modernista de Josep Balaguer, se quería incluir cerámica mallorquina de esta época, es decir, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Y resulta que todos estos objetos están muy bien representados en la colección Domènech-Vázquez, por lo que se firmó un primer depósito, que pronto se amplió con un segundo grupo, con la ayuda de la arqueóloga e historiadora Elvira González quien, además, catalogó las 142 piezas incluidas en estos dos primeros depósitos. Este catálogo se publicó bajo el título Can Balaguer. Colección Domènech-Vázquez, acompañado de un estudio de la autora, justo antes del inicio de la pandemia de COVID-19.
Gracias a este trabajo sabemos que la actividad cosechadora de Manel Domènech empezó en su adolescencia, y con el tiempo, en palabras de Elvira González, se convirtió con un objetivo de vida. La fortuna quiso que su compañera fuera Carme Vázquez, restauradora experimentada, formando, sin duda, lo que la autora califica como un binomio perfecto: los objetos de la colección Domènech-Vázquez llegaron en muy buenas condiciones de conservación a Can Balaguer, porque Carme Vázquez había cuidado toda su vida.
Ahora que ha finalizado este plazo de cuatro años tanto la familia Alomar como Josep Balaguer Siquier, renuevan su confianza en el proyecto público que es Can Balaguer. Y, en el caso de Manel Domènech y Carme Vázquez, no solo se prorroga este depósito, sino que, además, lo incrementan con otras 130 piezas que enriquecerán aún más el fondo de Can Balaguer.
Dentro de esta ampliación, cabe destacar una nueva aportación ya definida de cerámica modernista, con 84 piezas de la fábrica de la Roqueta. Ya en el primer depósito de la Colección Domènech-Vázquez, con la inclusión de las piezas de la Roqueta en Can Balaguer, se quería reconocer la importancia de esta fábrica creada en 1897 en Son Espanyolet por Pere Joan Aguiló “Cetre”.
La gran cantidad de objetos de La Roqueta incluida en este tercer depósito hace imposible mantenerlas permanentemente en exposición en su totalidad, y algunas tendrán que ingresar en el almacén de reserva de obras de arte de Can Balaguer. Sin embargo, sus propietarios quieren que este grupo pase a formar parte del fondo del centro, donde formarán parte de un conjunto que será, sin duda, un referente para el estudio y reconocimiento de esta fábrica modernista.