Navegar el Mediterráneo es una acción cargada de significados históricos, políticos y sociales. Es asumir una multiplicidad de presencias y ausencias portadoras de historias enterradas y anegadas, es querer ver que el tiempo sigue siendo transmisor de un imaginario que apunta al conflicto, al destierro y al exilio. «Patente de Corso», por un lado, da nombre a la exposición que Daniel G. Andújar presenta esta temporada con materiales y obras inéditas, por otro, ya deja entrever que encierra algo de abandono, expolio y pérdida. Bajo este epígrafe, Andújar ha llevado a cabo una investigación site specific para presentarnos diferentes piezas que apelan a un tiempo y a un espacio común.
Materiales e historias que nos devuelven mediante un gesto sencillo la posibilidad de ser lugar, de devenir espacio y reivindicar memorias. Daniel García Andújar recupera y recrea un emplazamiento que, aun siendo conocido, se presenta por vez primera: el Mediterráneo. Pensar el Mare Nostrum, tal y como lo llamaban los romanos, es asumir esos viajes, diásporas y migraciones. Es recuperar otras vidas, muchas de ellas, perdidas y silenciadas. Pensar el Mediterráneo como ínsula, como lugar aislado pero identificado, provoca extrañeza e inseguridad. Desde esa nueva entidad, Andújar establece múltiples capas de significado a través de elementos que, a su vez, responden a una investigación conformada por diversos vértices. Consciente de la imposibilidad de abarcar todos los silencios, congrega un corpus visual que apela a diversos tiempos, piezas que marcan un hilo histórico y señalan un no final: desde los relatos de la Eneida hasta los últimos cuerpos que han perecido en la travesía hacia Europa. Es trayéndonos a la luz esos, otros, relatos que dialoga con la Patente de Corso y establece una metáfora aceptando el robo, no solo material, sino de derechos fundamentales.
De entre muchas de las narraciones encontradas, se destaca la de Deseado Mercadal (Maó, 1911-Maó, 2000), un escritor, periodista y músico que formó parte de la resistencia de Menorca durante la Guerra Civil y dirigió el diario socialista Justicia Social. Durante su huida del régimen franquista fue internado en varios campos de concentración, en el norte de África y en el sur de Francia, regresó desde Argelia a España en 1948 en condición de desterrado, hasta que se le permite en 1965 volver a su Menorca natal. Junto a él, se componen mitos grecorromanos que adoptan un rol visionario, como el vídeo producido en costas baleares en el que un Poseidón surca el mar encerrado en una carcasa de otro tiempo.
La exposición congrega una especie de mosaico o archivo simbólico que permite rastrear el conflicto y el dolor a través de las más de 300 imágenes recogidas. El proyecto incide, como es habitual en su trabajo, en la necesidad de revisar y reescribir la historia, de reconocer cómo el robo y el expolio se da no solo tras la permisividad de una Patente de Corso, sino en historias oficiales y, sobre todo, en el momento en el que despojamos a las personas de sus derechos, de sus memorias e identidad. Andújar incide en cómo la historia está repleta de sustracciones sistémicas que acompañan y han acompañado desplazamientos y exilios forzados. Es en esa condición de destierro desde donde reivindica la dignidad borrada y la necesidad de devolverles el lugar que siempre debieron habitar.