En los anales del automovilismo español, hay historias que, aunque breves, destellan el ingenio y la pasión de aquellos pioneros que desafiaron las convenciones de su tiempo. Una de esas historias es la del «Pulga», un diminuto vehículo que surgió en la década de 1950 desde la creatividad de tres amigos mallorquines: Juan Llabrés Bauzá, Antonio Frau Navarro y Vicente Mas Cardell.
Don Antonio Frau Navarro, mecánico de profesión y empresario del alquiler de vehículos en Palma de Mallorca, unió fuerzas con Llabrés Bauzá y Mas Cardell para fundar la empresa «Perfeccionamientos en la Construcción de Automóviles». Juntos diseñaron y patentaron un pequeño automóvil de líneas estilizadas, sin precedentes en su época, al que bautizaron como «Pulga».
Documento para la patente del pequeño vehículo presentada en el Registro de la Propiedad Industrial el 3 de noviembre de 1950
El primer prototipo del Pulga, conocido como «Versión I», vio la luz en 1951, aunque sus características técnicas exactas aún permanecen en la oscuridad. Sin embargo, su diseño innovador y su motor de motocicleta captaron la atención de los entusiastas del automóvil. Posteriormente, surgieron las versiones II y III, con carrocerías cerradas y motores más potentes, aunque el destino comercial de estos modelos permanece en la incertidumbre.
Aunque se fabricaron en Valencia, en las localidades de Onteniente y Ollería, el Pulga sigue siendo un símbolo del espíritu emprendedor mallorquín. A pesar de las trabas burocráticas y la falta de financiación, estos intrépidos empresarios no perdieron la fe en su proyecto.
El «Pulga» versión III
El Pulga, con sus tres ruedas y capacidad para dos personas, encarnaba la audacia y la innovación de una época marcada por la autarquía española. Con un motor delantero de 125 cc y tracción delantera, este microcoche alcanzaba una velocidad máxima de 75 km/h, consumiendo tan solo 2,5 litros de combustible por cada 100 km.
Aunque su producción fue limitada y su presencia en las carreteras escasa, el Pulga dejó una huella imborrable en la historia del automovilismo español. Hoy, décadas después de su creación, este pequeño gigante sigue siendo recordado como un ejemplo de ingenio y determinación en un mundo dominado por los grandes fabricantes.
El Sr. Frau -en el centro- en una competición con tres motocicletas -también mallorquinas- Lube en una foto tomada en la plaza de Sóller
Aunque los años han pasado y el Pulga se ha convertido en una rareza para los coleccionistas de automóviles, su legado perdura como un recordatorio de que, a veces, las mejores ideas vienen en los paquetes más pequeños. En un mundo de gigantes automovilísticos, el Pulga sigue siendo un símbolo de la creatividad y la pasión que impulsaron a unos pocos visionarios a desafiar los límites de lo posible.
Fuente:
Lorenzo Miró de