El arte de soplar el vidrio, la prodigiosa habilidad y la destreza en trabajarlo, constituye uno de los más preciados valores de la multisecular tradición artística cultivada desde 1719 en los hornos vidrieros de la familia Gordiola. A lo largo de casi tres siglos, a través de sucesivas generaciones, los artesanos y maestros vidrieros han ido modelando con el ingenio de su inspiración, el aire de sus pulmones y la agilidad de sus manos las piezas cuyas formas, transparencias y reflejos todavía hoy nos seducen.
Cada pieza es única, por lo que ninguna es idéntica a la otra. Toda burbuja irregularidad o asimetría son características del vidrio soplado artesanalmente y confieren a estas obras su particular encanto.
Estos artesanos que ahora acercan sus manos al fuego volteando los tubos que acaparan el líquido vidrio, siguen embelleciendo las estanterías de su tienda, los ajuares y el menaje más selecto de las casas, que además va pasando de mano a mano entre familiares. Un legado que habla de la historia de un oficio y de la tradición familiar que atesora objetos como bienes preciados que se heredan como el arte de elaborarlos.
El vidrio se elabora a través de un mezcla de arena, sosa, mármol y óxido que se introduce en un horno a 1200º.
El historiador Sanchiz Guarner dice que se conoce con la denominación genérica de VIDRIOS DE MALLORCA el conjunto de piezas artísticas, procedentes de los antiguos Hornos de Gordiola.
Según Noel Wilson en el año 1719, procedente de la Corona de Aragón, se instala en Mallorca un joven vidriero llamado Blas Rigal y solicita al Magnífico Ayuntamiento de Palma el permiso necesario para construir un horno de vidrio. Tras el informe favorable, el 16 de Agosto de 1719 «concede el Exmo. Sr. Don Gaspar de Puigdorfila, al suplicante, la autorización recabada, ordenando se haga un buen foso para guardar la leña, en evitación de incendios«.
Este horno solicitado por Blas Rigal, fue financiado por un comerciante catalano-aragonés llamado Gabriel Gordiola.
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Siguiendo con el relato del señor Noel Wilson, una vez puesto en marcha este pequeño horno, surgen numerosas dificultades. Alrededor del año 1740, Gordiola tiene que hacerse cargo del taller y le pide a su hijo que vive en Barcelona que venga a Mallorca. Este joven alquimista que había estudiado en Venecia y era discípulo de la familia Barrovier de Murano (esta familia de maestros vidrieros data de principios del s.XIII) llegaba a Mallorca preparado para hacerse cargo de la elaboración y el diseño de las piezas de vidrio del taller Gordiola.
Debido a la opacidad entre los gremios artesanos venecianos en revelar secretos de la elaboración de sus piezas durante aquella época, fue muy difícil la elaboración del vidrio. Venecia tuvo con Gordiola una singular excepción.
Durante el s. XVIII el maestro vidriero Bernardo Gordiola (1720-1791) alcanza las cotas más altas al alumbrar los palacios de las principales monarquías europeas y mansiones señoriales. Sus exquisitas piezas y diseños son publicados a través de xilografías de lámparas en donde destacan un elenco de arañas y lucernas realizadas por el maestro.
Durante el s. XIX las crisis económicas que se sucedieron (una de carácter feudal y motivada por malas cosechas y epidemia de la época y otra por la Guerra de Independencia Española que provocó, que la hacienda pública se endeudara hasta colapsarse) Antonio Gordiola Fortuny (1775-1840) siguió la labor de su antecesor a pesar de las dificultades.
Gabriel Gordiola Balaguer (1855-1911), Bernardo Gordiola Manera (1889-1960) y Gabriel Gordiola Manera (1894-1974) hacen crecer y evolucionar la vidriera balear. Absorben fábricas de vidrio locales. A pesar de que aparece la máquina embotelladora Owens que posee una gran precisión, los maestros no abandona la idea sobre el mantenimiento de la producción manual. En sus últimos años, Gabriel Gordiola Balaguer participa activamente en el desarrollo del vidrio Pyrex (es un vidrio borosilicato templado, de calidad superior y con excelente resistencia a los golpes mecánicos. Se adapta perfectamente a temperaturas extremas, de -40° a +300°, y soporta choques térmicos de hasta 220°).
En los últimos cincuenta años, el desarrollo artesanal ha sido más vasto y sus vidrios están representados en todos los continentes. En las Ferias de Utrech, Río, Buenos Aires, Bruselas, New York, etc. los éxitos han sido espectaculares por la originalidad de las formas y la cromática de sus colores.
Actualmente los diseños realizados por Marisa Aldeguer son un gran reclamo por lo preciosista de su formas. Reconoce que siempre han trabajado con modelos tradicionales de la herencia veneciana, pero que desde hace 40 años se ha producido unos diseños más acordes a los tiempos actuales y que se integran fácilmente en la arquitectura. Han buscado una líneas más sencillas y adecuadas para el estilismo y la decoración actual.
Además de la producción del vidrio, el anterior propietario de la fábrica Daniel Aldeguer Gordiola (1921-2008) puso en pie un Museo del Vidrio recopilando las piezas más representativas de diferentes lugares del mundo como Persia, Japón o Iberoamérica, además de piezas extraídas de yacimientos de épocas romanas.
La directora de Vidrios Gordiola, Amanda Corral destaca que están en un momento de transformación digital aprovechando las ventajas del comercio online y que muy pronto irán desvelando nuevas propuestas.
Como reza una de las paredes del Museo:
«Cuando aún era de noche.
Cuando aún no había día.
Cuando aún no había luz.
Para muchos….
Gordiola ya existía….»
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https://www.gordiola.com/es/pagina-principal
Fotografía: Ricard Bonnín
https://www.instagram.com/rbonnin_foto/
Vídeo: Tony Carbonell
LA PALMESANA MAGAZINE