Considerado uno de los grandes eruditos del siglo XIX, José María Quadrado fue un firme defensor del catolicismo, el arte y la historia de España. Desde su Mallorca natal, su legado literario e historiográfico aún resuena como testimonio de una época de grandes cambios.
Palma, 28 de marzo de 2025. Nacido en Ciudadela (Menorca) en 1819 y fallecido en Palma de Mallorca en 1896, José María Quadrado Nieto fue periodista, historiador, archivero y una figura destacada del Romanticismo tradicionalista español. Su vida estuvo marcada por una intensa vocación cultural y religiosa, desde su temprana formación en el colegio de Montesión de los jesuitas hasta su labor como archivero y promotor de publicaciones clave para el conocimiento histórico de España.
Quadrado fue una figura clave en el surgimiento de la Renaixença literaria balear. Fundó junto al poeta Tomás Aguiló la revista La Palma (1840-41), plataforma desde la que se difundieron por primera vez en las islas las obras de autores románticos como Lamartine, Víctor Hugo o Byron. En 1843, fue nombrado archivero del Archivo Histórico de Mallorca, cargo que ocupó hasta poco antes de su muerte.

Entre sus principales aportaciones destaca su participación en el monumental proyecto editorial «Recuerdos y bellezas de España», donde redactó varios tomos dedicados a Castilla, Aragón, Asturias, León o Segovia. Décadas después, estos volúmenes fueron actualizados en la serie «España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia», ilustrados con fotograbados y litografías de gran valor documental.
Además, Quadrado escribió obras fundamentales para la historiografía mallorquina como Historia de la conquista de Mallorca (1850) o Forenses y ciudadanos (1847), donde abordó las luchas civiles del siglo XV en la isla. También tradujo a clásicos como Heródoto, Shakespeare y Manzoni, y dedicó tiempo a editar poesía catalana medieval.

Firme defensor del catolicismo integrista, encabezó campañas en contra de la libertad de cultos tras la revolución de 1868 y fundó el diario La Unidad Católica. A lo largo de su vida, fue colaborador habitual de publicaciones como Museo Balear, Revista de Madrid o Bolletí de la Societat Arqueològica Lul·liana. Sus Ensayos religiosos, políticos y literarios fueron reunidos en varios volúmenes gracias a la labor del filólogo Marcelino Menéndez Pelayo.
Como reconocimiento a su figura, una emblemática plaza del centro histórico de Palma lleva hoy su nombre: la Plaza de José María Quadrado, ubicada en el ábside de la majestuosa Basílica de San Francisco, uno de los rincones con más historia y encanto de la ciudad. Esta plaza tiene una entidad y un carácter singular. Fue en 1887 cuando el Ayuntamiento de Palma, a propuesta del ingeniero Eusebi Estada, decidió dedicar el solar del antiguo convento de la Consolación a espacio público, denominándolo desde entonces Plaza de la Consolación. No fue hasta el año 1899, cuando el entonces alcalde Antoni Rosselló y Cazador ordenó el cambio de nombre en memoria del insigne historiador y escritor, fallecido tres años antes.

Asimismo, un monumento en su honor se alza frente al Palacio March, junto a las escaleras de la Baixada de la Seu que conducen a la Glorieta de la Reina. Esta escultura ocupa un extremo del solar que una vez perteneció al convento de Santo Domingo, derribado en 1837, y perpetúa la memoria de uno de los grandes humanistas del siglo XIX en Mallorca.
Su nombre aún resuena en la historia cultural de las islas como precursor del estudio sistemático de la historia y del patrimonio desde una mirada romántica y profundamente religiosa.