Este es mi mar, que vuelve tras los siglos con la misma fuerza. El brillo cegador sobre el lomo líquido rebotado en los arcos de la Murada. Niños palmesanos de hace 100 años ahora arrugados e indefensos corretean por el Carrer de la Portella con un perrito que huele a chocolate. ¿Serán los niños de la posguerra?. Como ellos, he recorrido cada rincón husmeando en las paredes del Museo de Mallorca, me he retorcido por el aroma de algún porro mientras ellos albergaban la esperanza de que la playa no se alejara de las afueras; isla bonita, madona de 4 ojos.
Las torres de los templos, Santa Eulàlia magnífica, atravesando la luz, su marés prodigioso. Una niña con su pelo rizado, moreno, acabado en blanco y negro. Y mi querido claustro de San Francisco espoleado de ramas y brotes con sus palmeras cayendo por todos lados. El monaguillo aguador que vierte las gotas de lluvia en una tinaja, siempre agradecido a ese pozo de ánimas vivas. Los patios, las columnas y las palmeras. La Lonja tiene su espacio abierto a lo que parece una exposición de cuadros sobre caballetes. Los bravos pescadores van llegando a puerto para soltar sus capturas mientras la Catedral se erige en lo más alto como si mirara ahora mismo por la ventana.
El Borne tiene los labios pintados. El tranvía ocupa el espacio por donde ahora comercian las modas exquisitas. Mucha gente paseando o yendo al trabajo, todos mirando al mar. Al final las montañas se hacen dueñas de la pieza y las ovejas emergen como protagonistas finales de lo que ha de venir como sociedad de tendencias.
La directora de cine española Cristina Andreu recuerda como el director de la Filmoteca Josetxo Cerdán le llamó para comunicarle que «…hemos descubierto un documental sonoro, de una mujer, que hemos restaurado. Se llama María Forteza, de la que no tenemos noticias y hemos investigado y no sabemos quién es«.
Es el primer documental sonoro de una mujer española porque el «Gato montés» de Rosario Pi se hizo en 1936 y «Mallorca» se calcula que es de 1933. No se sabe si María Forteza vivió en Mallorca, pero tiene una estructura dramática documental. Según Cristina Andreu «…es el punto de vista de un trasatlántico que llega a Mallorca, el mar, la vida en la ciudad, los monumentos, los pescadores faenando. Hacia el final va hacia la naturaleza y termina en un plano general. Es decir María Forteza sabía muy bien lo que hacía. No es de alguien que no supiera la estructura de un documental«.
El documental está dedicado al célebre compositor y pianista Isaac Albéniz. La composición musical que acompaña a las imágenes está realizadapor el propio compositor en 1890, el «Opus 202 » y está dedicada a Mallorca. Al principio del filme se puede leer «Seducidos por la excelsitud de tu arte, recorremos emocionados la ruta que tu inquietud nos trazara, deseosos de tu inmortalidad.Por ello como un fervoroso y sencillo homenaje, ofrecemos a tu imperecedero recuerdo estos pequeños trabajos cinematográficos inspirados en la estética de tu música«.
La voz de un narrador que nos recuerda aquellas voces prosaicas del blanco y negro grita «Mallorca cuya belleza fue cantada tantas veces por los poetas, también hizo sentir el influjo de su mágica luz en el ánimo del genio de la música, y él, preso de aquel hechizo, como una ofrenda más, vertió en el pentagrama los tesoros de su inspiración inagotable en loor de la isla encantadora«. Este preludio abre esta pieza misteriosa de la cineasta Maria Forteza.
En palabras de Cristina Andreu «…es una gran alegría que se haya encontrado este material, por otro lado me produce una infinita tristeza que no sepamos nada de María Forteza, porque era una mujer cineasta, una mujer directora de cine y como tantas otras no siguió haciendo cine y ha desaparecido totalmente. Menos mal que la Filmoteca con su gran labor ha conseguido encontrar este documental«.
¡¡Larga vida a María Forteza y que nos aparezca!!
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