Un estudio interdisciplinario elaborado por un equipo de investigadores del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) y la Universidad de las Islas Baleares ha evaluado la dinámica de la vegetación de las cuatro últimas décadas en la isla de sa Dragonera, en el noroeste de Mallorca. El estudio se ha publicado recientemente en la revista Global Change Biology y se ha realizado en el marco del proyecto RESILDRAG, que ha financiado la Fundación BBVA.
Este pequeño ecosistema está habitado por diversas especies endémicas, tanto vegetales como animales, y depende de un equilibrio complejo que se ha visto alterado en varios momentos por la acción del hombre. Un ejemplo de estas perturbaciones es la extinción del Myotragus balearicus, una especie de cabra de dimensiones reducidas, y el Hypnomys morpheus, una especie de murciélago gigante. Estas especies habían habitado en la isla durante más de 5 millones de años, pero desaparecieron rápidamente con la llegada de los humanos.
De la mano del hombre, estas especies se vieron sustituidas por la cabra y la rata que, junto con la sobreexplotación forestal, condicionaron la dinámica de este ecosistema a lo largo de los cuatro milenios siguientes hasta que fueron erradicadas. Las cabras, en los años 70 del siglo pasado, y las ratas, en 2011. Convirtieron sa Dragonera en la isla mediterránea más grande de donde se habían erradicado las ratas.
Nueva situación de sa Dragonera
Esta nueva situación de sa Dragonera, sin sobreexplotación forestal y sin la presencia de grandes herbívoros (cabras) y omnívoros (ratas) que interfieran en las interacciones ecológicas, ha sido analizada por los investigadores mediante el uso de imágenes por satélite de la productividad de la vegetación del período 1984-2021 e inventarios históricos de plantas.
Así, el estudio ha permitido comprobar cómo el estado de la vegetación está evolucionando de un matorral abierto a arbustos más densos y pinares. Según avisan los investigadores, este incremento en la densidad de la vegetación puede suponer una amenaza para algunas de las especies que habitan la isla, incluidos algunos endemismos y, a su vez, confirma estudios previos que habían encontrado efectos inesperados resultado de las acciones de gestión implementadas en las últimas décadas, incluida la erradicación de especies exóticas como las ratas.
El estudio muestra la naturaleza transitoria de este pequeño ecosistema insular después de cuatro milenios de presencia humana y evidencia el rumbo actual hacia una dinámica de vegetación más controlada por interacciones ecológicas sin grandes herbívoros y omnívoros, por dinámicas de sequía y por la capacidad de carga de la isla.
A la hora de explicar la dinámica de la vegetación, el estudio determina que las perturbaciones históricas relacionadas con la recolección (principalmente las sinergias entre la ganadería de cabras, las cremas forestales controladas y la sobreexplotación forestal) fueron más relevantes que la erradicación de las ratas o la influencia del clima.
Según señalan los investigadores, la estabilidad del nuevo equilibrio dependerá de dos factores: en primer lugar, de la adaptación de las comunidades de vegetación mediterránea (desde plantas anuales hasta arbustos y árboles) para que sean resilientes en los incendios, en las sequías ya la fuerte estacionalidad climática, incluidos los eventos climáticos extremos.
En segundo lugar, los investigadores destacan la relevancia de las acciones de conservación que tengan como objetivo evitar tanto la reintroducción de ratas como la ocurrencia de incendios y el control de plagas de insectos que afectan a los arbustos y árboles. En este escenario, el estudio destaca el reto de anticipar la dinámica de las poblaciones de los taxones más valiosos para la conservación, como lagartijas, pájaros, invertebrados y plantas endémicas.
Ante esta situación, los investigadores señalan que la gestión de la vegetación en sa Dragonera deberá tener en cuenta esta transición hacia una vegetación que saturará el espacio físico de la isla donde el suelo permita su crecimiento. En este escenario, la biodiversidad de espacios abiertos continuarán sufriendo una importante regresión. Sin medidas de gestión específicas, las comunidades vegetales quedarán controladas por interacciones ecológicas sin grandes herbívoros y omnívoros, por dinámicas de sequía y por la capacidad de carga de la isla. Quedará a decisión de los gestores si será necesario implementar acciones que permitan reducir la densidad de árboles y arbustos para poder volver a la garriga abierta y, en consecuencia, aumentar la resiliencia del ecosistema. En esta línea, un ejemplo de medida de gestión que los autores del estudio sugieren es el pasto controlado de cabras a bajas densidades, despejadas de vegetación y fuego controlado, como se hace en otros ecosistemas mediterráneos que han evolucionado con este fenómeno.
Autores
Los autores del artículo son el doctor Daniel Oro, del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC); la doctora Yolanda Pueyo, la señora María Paz Errea y el señor Antonio Ignacio Arroyo, del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), y el señor Joan Bauzà, técnico del Servicio de Sistemas de Información Geográfica y Teledetección (SSIGT ) y miembro del grupo de investigación de Climatología, Hidrología, Riesgos Naturales y Territorio (CLIMARIOS) de la Universidad de las Islas Baleares (UIB).
Referencia bibliográfica