Cuando el periodista Joan Serra publicó en Última Hora su reportaje sobre los tesoros ocultos en el campanario de la iglesia de Sant Francesc, brotaron anheladas emociones de mi época como estudiante de aquel colegio franciscano entre las décadas de los 80 y 90. Recuerdo aquellas escapadas junto a mi buen amigo Guillem Huguet. Hombre sabio, físico y matemático que aspiró a ser astronauta, y que estuvo inmerso en el proyecto de dinámica de vuelo de Rosetta, que ha producido más ciencia que las misiones tripuladas.
En aquellos escarceos o «fulladas» nos colábamos en el campanario a través de una puerta de la primera planta del claustro, con la llave del rebost del abuelo de Guillem. Caminábamos por la cornisa del ábside (asomados por si acaso alguien nos veía), acariciando las vidrieras coloridas y ásperas, con sonrisas de complicidad cuando nuestras miradas coincidían, felices por esta travesura eterna.
Al alcanzar la torre del campanario, una escalinata de caracol estrecha y polvorienta nos cerraba el estómago para reservarnos el cénit que venía después.
Para poder acceder al campanario me puse en contacto con Toni Villalonga, uno de los responsables del centro, que tras consultar con los franciscanos, accedió a que realizara este reportaje en vídeo con la participación del doctor en historia y profesor de Sant Francesc Toni Ortega. Todo quedó entre tocayos. Toni Villalonga fue uno de mis profesores en secundaria. Me daba una extraescolar de matemáticas, (siempre fui y soy malo en mates).
Tengo un recuerdo en particular, cuando esperando a que llegara Toni a impartir la extraescolar, mientras yo tocaba en el piano de la seráfica la intro de la BSO de Twin Peaks de Baladamendi, entró con semblante serio y sin pensar le dije, «los americanos han bombardeado Irak», era el 91 y se iniciaba la Guerra del Golfo.
Jamás he experimentado una ataraxia de esta índole ante la visión de unos dibujos épicos que mostraban otra época no tan lejana. Hoy, cuando miro a través de los balcones del campanario y observo mi ciudad ancestral, percibo que se mantiene tan viva como cuando era pequeño; siempre he tenido presente este recuerdo. Creía que era un lugar secreto que apenas unos cuantos indómitos habían podido disfrutar. No sabía su historia ni su origen, solo que estaban allí para que Guillem y yo los viéramos, como un abecedario de trazos ligeros que solo la poesía en un modo idílico podría guardar de forma intangible en nuestro recuerdo.
Ahora, se abre ese mundo de reflexión para el disfrute de todos, como debe ser.
Ahora, toco el marés y el grafito de aquella leña dichosa, que dio calor a otros traviesos que vieron amaneceres eternos cuando la ciudad dormía.
Ahora, con otra mirada y sueños por cumplir, diviso de nuevo mi ciudad amada, por la cual daría mi vida.
La llegada de los franciscanos a Mallorca
Los franciscanos llegaron a Mallorca durante la conquista. No hay evidencias de que arribaran con la flota, pero se sabe que, al cabo de unos años, estuvieron presentes en la isla.
El primer lugar donde se instalaron fue la casa de un noble, situada en la zona detrás del Corte Inglés, y su primer asentamiento dentro de la ciudad, fue la iglesia del Hospital Militar de la calle Sant Miquel.
Cuando Jaime II heredó el reino, decidió acercarse al mundo de los franciscanos y les concedió nuevos terrenos (que ocupan, hoy día, la zona del Temple) donde edificaron la primera iglesia en el siglo XIII y no se finalizó hasta mediados del siglo XIV.
Al principio, se construyó una iglesia baja de una única nave en la que el coro estaba justo en la entrada, pero luego de las pérdidas ocasionadas por un incendio, el obispo Cima puso dinero de su bolsillo para poder construir toda la arquería que podemos gozar en la actualidad en la Basílica de Sant Francesc. En última planta, ses voltes, es donde podemos encontrar estos grafitis.
La función de los campanarios
La función de los campanarios en aquella época era de carácter defensivo. Posteriormente, se les añadió la campana que anunciaba al pueblo diferentes eventos, no solo de carácter religioso, sino también, situaciones de peligro (de acuerdo con las autoridades de la Universitat de Mallorca [Govern de Mallorca]). Ejemplo de ello, fue cuando una noche de noviembre de 1330, se creyó que una flota genovesa atacaba el puerto de Palma. Las campanas de la iglesia mayor de la catedral comenzaron a sonar y el resto de los campanarios de la ciudad empezaron a llamar a «arrebato», aunque finalmente fue una falsa alarma.
¿Qué significa el término «Universitat»?
Universitat viene del latín universitas y mantiene el mismo sentido que la palabra castellana «ayuntamiento» (yuntar, juntar). La Universitat era la institución que representaba a todos, en ese entonces, el órgano de gobierno de la ciudad.
Las órdenes mendicantes
En el siglo XIV, las órdenes mendicantes eran órdenes religiosas cristianas ligadas a la ciudad y que llegaron a alcanzar un poder extraordinario. Los dominicos, en su desaparecido convento donde actualmente se ubica el Parlament, tenían una fuerza enorme, pero los franciscanos lograron obtener una gran relevancia del movimiento con sus más de 130 religiosos.
Si nos fijamos la fachada barroca de la Iglesia de Sant Francesc o en su retablo, se corona con una escultura de San Jorge, representante de la nobleza mallorquina, que tenía su sede en el convento franciscano.
Antes de la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, fue un lugar de culto y muy querido por los palmesanos. A partir de la expropiación de tierras y bienes de la iglesia, estos terrenos tuvieron diferentes usos.
Usos que se le dio al complejo del convento de Sant Francesc
Algunos de los usos que se le dio al convento de Sant Francesc fueron: sede del Gobierno Civil, la Diputación, diferentes tipos de organismos oficiales, sede del Ejército y acabó convirtiéndose en prisión, cuyos presos fueron los que alumbraron estos dibujos.
A finales del siglo XIX se pensó en derrumbar para construir un mercado de abastos como habían hecho con el convento del Olivar, donde actualmente está el Mercat de l’Olivar, pero gracias a la Sociedad Arqueológica Luliana, y a algunos eruditos del momento, pudieron bloquear esta actuación de derrumbe y lograr que fuese el segundo monumento histórico de las Islas Baleares (el primero fue la puerta de Santa Margalida, que finalmente fue destruida).
El origen de los grafitis del campanario de Sant Francesc
Se sabe con certeza que los grafitis que se hallan en ses voltes del campanario de la Basílica de Sant Francesc, fueron realizadas por los presos con el carbón que producían las hogueras para calentarse, mientras observaban cómo se desarrollaba el mundo desde las alturas. Todo aquello que contemplaban, lo plasmaban con esmero en las paredes; desde inscripciones a motivos religiosos o cuestiones sociales. Hay muchas representaciones de las embarcaciones que fondeaban en la bahía de Palma en aquella época; hay procesiones y dibujos de soldados, que nos reflejan el momento social de aquel siglo XIX.
¿Por qué está Ramón Llull enterrado en la basílica de Sant Francesc?
Ramón Llull cuenta en su obra «Vida Coetánea» que de joven salía de la iglesia de Santa Eulàlia tuvo la visión y empezó a predicar intentando convertir al infiel desde el modelo franciscano. Nos dice qué quiere hacer con su extensa obra y reflexiona de la siguiente maRamón Llull cuenta en su obra «Vida Coetánea» que, siendo joven, tuvo una visión al salir de la iglesia de Santa Eulàlia que lo llevó a predicar e intentar convertir al infiel, desde el modelo franciscano. A su vez, reflexiona de la siguiente manera: «Si me hago dominico salvaré el alma, pero perderé los libros. Si me hago franciscano perderé el alma, pero salvaré los libros». De esta forma se sumó a la orden franciscana y llegado el momento de su muerte, se decidió que sus restos descansen en este convento.
No me da apuro recomponer los instantes que se desvanecen en cada granito de arena que se desprende de estas paredes centenarias, inspirado como un sonámbulo que pasea por el vértice de un castillo diezmado. Nadie ha podido deconstruir nuestra historia ni aplastando con el más fuerte de los obeliscos. Debemos comprender los designios de nuestro tiempo. Escuchar a la piedra. Ser lo suficientemente buenos para permanecer, en la medida de la ingenuidad, al lado de lo romántico.
Mi vida en este claustro fue muy fructífera.
Para explicarnos su origen e historia hemos contado para este reportaje con el doctor en historia, Antonio Ortega Villoslada, Doctor en Historia por la facultad de Geografía e Historia de la UNED y profesor-tutor del centro de Palma de Mallorca. Miembro numerario de la Real Academia Mallorquina de Estudios Históricos, Genealógicos y Heráldicos. Vocal de la Sociedad Arqueológica Luliana.
Su campo de investigación se centra en el comercio desarrollado por la Casa de Mallorca, en especial con el mundo atlántico. Ha publicado El reino de Mallorca y el mundo atlántico (1230-1349). Evolución político-mercantil y tiene una treintena de artículos, ponencias y
comunicaciones, de entre las cuales podemos citar “Viajes a Flandes e Inglaterra. ¿Cabotaje o “recta via””, en la revista de la UNED Espacio, Tiempo y Forma (2003); “El trabajo femenino en Mallorca. La labor de la mujer en la actividad marítima de la primera mitad del siglo XIV”; “La coca en el intercambio mercante atlántico-mediterráneo”; Instruments de navegació i portolans en la Mallorca medieval”, “De cuando los mallorquines navegaron a Canarias. Un avance”; “Mallorca y el comercio atlántico. Siglos XIII-XIV”; “Dionis, Sancho I de Mallorca y Juan XXII: artífices del intercambio mercante Mallorca-Portugal”, o “The Medieval Kingdom of Majorca and the Atlantic Ocean: trips and cartography”.
Corrección de estilo por Clara Montalbetti