A la conocida intención de Miró de ir más allá de la pintura, de relegar el virtuosismo técnico en favor de una profunda realidad poética, se le suma la voluntad de experimentación con todo tipo de medios y técnicas. El aspecto material de su obra, la elección del soporte físico y el instrumento, contribuye de forma decisiva tanto al choque inicial como al resultado final y su efecto sobre el espectador. El propio Miró habla de cómo este primer gesto le sitúa en un cierto estado de ánimo, imprescindible para afrontar el trabajo.
Los soportes físicos empleados por Joan Miró a lo largo de los años van desde el tradicional lienzo, que llega incluso a desgarrar y perforar, a diferentes calidades de papeles, maderas y cartones, hasta materiales insólitos como papel de lija, corcho, arpillera, lona, pieles, fibrocemento, Masonita, Celotex y metales como cobre o aluminio. La variedad de soportes sirve de base a su experimentación con todo tipo de técnicas: pintura, dibujo, collage, escultura o tapiz, en su ansia incansable por abordar nuevos retos artísticos y abrir caminos inexplorados.
Esta exposición recoge una selección de pinturas sobre soportes inusuales, elementos descartados, reutilizados o encontrados en los talleres que incorpora como punto de partida y base de sus obras, dándoles una segunda vida. Miró no parte de una idea preconcebida, sino que se deja guiar por la materia, el encuentro fortuito y el choque que provoca. El propio proceso creativo se va adaptando a los dictados y necesidades del material, dando rienda suelta a la expresión más salvaje del artista.
En el Espai Cúbic se muestran algunos ejemplos del trabajo con Josep Royo en la técnica del tapiz, donde el lenguaje mironiano, en este caso las litografías de Le Lézard aux plumas de oro, se traslada sobre un soporte textil. Será sobre todo con los llamados sobretejidos, de los que se recogen algunos dibujos preparatorios y fotografías, donde Miró desafía los límites de la propia técnica en la exploración, manipulación e incluso destrucción del soporte. En esta libertad logra recuperar la esencia, una dimensión más profunda que se esconde más allá del lienzo.