El deportista y fisioterapeuta Pedro González se prepara para un nuevo reto en su vida: ascender el Kilimanjaro, la montaña más alta de África, con sus 5.895 metros de altitud. Su historia es un ejemplo de superación y perseverancia, y su espíritu inquebrantable lo lleva a explorar territorios desconocidos, siempre con el deseo de demostrar que las barreras están para ser superadas.
Palma, 20 de enero de 2025. La idea de enfrentarse al Kilimanjaro surgió de manera inesperada. Durante un viaje a Marruecos, Pedro comenzó a preguntarse si sería posible subir la imponente montaña africana. «De repente, sentado en el sofá y leyendo cosas en Facebook, me saltó un anuncio de J.D. Simón que invitaba a rellenar un formulario para ir al Kilimanjaro», cuenta Pedro. Sin dudarlo, se inscribió sin pensar que recibiría respuesta, pero para su sorpresa, al día siguiente recibió una llamada que lo dejó «flipando».
Desde la organización le aseguraron que no era necesario ser un alpinista experimentado, sino simplemente tener una buena condición física, algo que Pedro ha demostrado con creces en sus numerosas aventuras en la montaña. “Les mandé un par de vídeos de cosas en la montaña que he hecho y les dije que soy ciego. Me dijeron que ya tenían muchas ganas de conocerme y que por lo que habían visto, estaba más que preparado para ir”, relata entusiasmado.
Retrato de Pedro con un inseparable perro pastor, Goku
Preparación y expectativas
Pedro se entrena a diario para este reto, combinando sesiones de carrera con excursiones de montaña los fines de semana en Mallorca. Sin embargo, la adaptación a la altitud es una incógnita para él. «La altitud es algo que no puedo entrenar aquí, espero que no me afecte y pueda llegar hasta la cima», reconoce.
A lo largo de su trayectoria, ha aprendido a percibir la montaña de una forma diferente, utilizando todos sus sentidos para experimentar el entorno. «Mis sensaciones en la montaña son el sol, el viento, la vegetación, la roca pura y dura en la alta montaña, la dificultad de ir subiendo cada vez más y más, el terreno bajo mis pies, el sonido cuando gritas y el eco de las paredes que hay delante, el sonido del vacío y los precipicios…», explica. A todo esto se suman las descripciones de sus compañeros de expedición, quienes se convierten en sus ojos en cada aventura.
En esta ocasión, Pedro contará con un guía local, aunque aún no sabe exactamente quién lo acompañará. “Lo único que necesito son una o dos horas caminando con mi nuevo guía para coger confianza, tanto él como yo, y podremos subir juntos”, afirma. Más allá del reto físico, Pedro sabe que el verdadero desafío radica en la climatología extrema, la falta de oxígeno y el famoso mal de altura. «Ellos ponen los ojos y yo ya tengo la forma física», asegura con determinación.
Inspiración para otros
A pesar de los desafíos, Pedro no deja de inspirar a otros con su historia. Su mensaje para las personas con discapacidad es claro: “Que tengan muchos sueños y retos que cumplir y que luchen por ellos. Es muy gratificante buscar nuevos desafíos y superarte a ti mismo.” También enfatiza la importancia de ser sinceros y honestos con uno mismo para facilitar la integración en cualquier ámbito de la vida.
Con su característico espíritu de gratitud, Pedro no olvida a quienes le han tendido la mano en sus retos. “Hay que estar muy agradecidos cuando alguien nos brinda ayuda para realizar nuestros sueños”, comenta.
Pedro González está a punto de embarcarse en uno de los desafíos más importantes de su vida. Su valentía y pasión por la montaña lo llevarán a descubrir una nueva dimensión de la naturaleza en la cima del Kilimanjaro, un entorno donde el frío extremo, la altitud y los impresionantes paisajes africanos pondrán a prueba su resistencia y fortaleza mental. «Si tú me lo cuentas, yo podré ver lo mismo que tú», concluye con la certeza de que su desafío va más allá de la vista, es una cuestión de sentir y vivir cada paso del camino.